martes, 29 de septiembre de 2009

AMBIENTE SOCIOCULTURAL EN EL Y LA JOVEN ADOLESCENTE

La sociedad y la cultura son aspectos muy importantes que influyen en el comportamiento de los y las adolescentes porque según la cultura que le rodea lo llevará a que actue de una manera u otra.
El Ambiente Social

El ó la adolescente como individuo también se relaciona con el medio que lo rodea, no puede quedar ajeno a su influencia y muchas de sus acciones son el resultado de su interrelación, sea cual fuere la naturaleza de ésta. Pero ¿qué sucede con este ser en relación?, ¿cómo influye el entorno social en él o ella?, el ó la adolescente, ¿es capaz de sobreponerse a las condiciones adversas del medio?, ¿cómo lo hace? ¿Qué herramientas utiliza para hacer frente a las dificultades que se le presentan? Son algunas interrogantes que se presentan cada vez que se intenta analizar los factores que influyen en el desarrollo de las capacidades del o la adolescente. Sin embargo uno de los principales factores que ejerce influencia sobre éstos es el medio social que lo rodea.

Surge entonces la problemática que envuelve al adolescente inmerso en un entorno social negativo que impide el desarrollo de sus capacidades, ejerciendo influencia negativa, dificultando por tanto la expresión del joven. A pesar de esto pensamos que él o la adolescente poseen ciertas herramientas que lo hacen “resistente” a estas influencias negativas, teniendo la capacidad de sobreponerse a las adversidades del medio.

La adolescencia es una época en que los individuos se hacen cada vez más conscientes de sí mismo y que forjando su individualidad crean un sistema de valores aprendiendo del rol personal y social que requieren para la vida adulta. Este proceso de construcción que señala el tránsito de la infancia al mundo adulto suele ir acompañado de una situación de desequilibrio e inestabilidad, que perturba al adolescente y que también afecta a la familia. En este momento se habla de una “crisis de adolescencia” la cual varía de acuerdo al temperamento del adolescente, de la personalidad de sus padres, de la calidad de la familia y de las características del medio.

En el área social se produce un quiebre en las relaciones interpersonales en las diferentes áreas (familia, amistades) con un marcado afán de independencia que genera conflictos en las relaciones con los padres, presentando además arranques de Independencia y actuaciones infantiles que requieren protección y dependencia. Bajo este contexto se puede decir que todo lo que rodea a él o la joven, sea la familia, el colegio, la comunidad, los pares, los medios de comunicación (TV, Internet, medios escritos y otros), las organizaciones comunitarias (agrupaciones juveniles, centros deportivos y de recreación, agrupaciones políticas y religiosas) ejercen influencia en éstos y al mismo tiempo se ven enfrentados a distintos cambios sociales, estímulos y desafíos que generan respuestas necesarias para su desarrollo personal y social.

La familia como fuente de educación

La familia es la única institución que permanece a lo largo de la historia de la humanidad. E. Dulanto define a la familia como un grupo humano unido por lazos de consanguinidad ó sin ellos, y que reunido en lo que considera su hogar, se intercambia afecto, valores y se otorga mutua protección. De ahí que reconozca a la familia como el centro primario de socialización infantil y juvenil.

A lo largo de su proceso de crecimiento y desarrollo un hijo(a) se puede encontrar acompañado, sobreprotegido o abandonado cuando se tenga que enfrentar, en algún momento, con la realidad cotidiana y los riesgos que ésta trae consigo. La familia ejercerá un papel insustituible y podrá ser la guía que acompañe a un hijo(a) desde el nacimiento hasta que logre su autonomía plena, al final de la adolescencia.

Cuando llega la adolescencia son frecuentes las inquietudes paternas y maternas, y ante las cuales y no saben, muchas veces, cómo actuar. Desconocen que es frecuente una sublevación leve en la adolescencia temprana y media; pero que si es marcada puede ser indicativo de disfunción familiar. Les desespera su forma de perder el tiempo, especialmente el soñar despierto, cuando esto corresponde a una etapa normal en el desarrollo adolescente. Los cambios en su estado de ánimo, los problemas en la escuela, los comportamientos de riesgo, la experimentación con drogas o la actividad sexual no controlada, preocupan seriamente a muchos padres, y ellos precisan herramientas para poder enfrentarse en su 'día a día' a la 'nueva' situación.

Relaciones de los hijos con los padres

El mito más común es que los padres y los adolescente mantienen desavenencias entre si y no se llevan bien. Esta creencia quizá se originó en la primera teoría formal de la adolescencia, presenta por el psicólogo G.Stanely Hall quien creía que los jóvenes se esforzaban por adaptarse a los cambios corporales y a las inminentes exigencias de la edad adulta anunciadas por un periodo de “angustia y arrebatos de furia”, los cuales conducían de modo inevitable a un enfrentamiento entre las generaciones. La antropóloga Margaret Mead, quien estudió la adolescencia en otras culturas, concluyó que cuando en una cultura ocurre una transición gradual y segura de la infancia a la edad adulta, la rebelión adolescente no se presenta. Es más probable que tal transición pacífica se produzca en las culturas en donde los cambios sociales son mínimos.
Pero aun en sociedades más dinámicas, las investigaciones recientes señalan que la rebelión no es una característica necesariamente ligada a la adolescencia. A pesar de algunos conflictos los adolescentes se sienten muy ligados a los padres y piensan de manera positiva con respecto a ellos; adoptan valores semejantes en a los asuntos importantes y aprueban los valores de los padres.

Una relación ambivalente

Los jóvenes presentan una constante tensión entre querer alejarse de los padres y darse cuenta de cuánto depende de ellos. La mezcla de sentimientos de los adolescentes con frecuencia concuerda con la propia ambivalencia de los padres. Indecisos entre el deseo de que sus hijos se independicen y el de que mantengan. En consecuencia, los padres pueden enviar “mensajes ambiguos”; es decir, dicen una cosa y comunican otra lo opuesto con sus acciones.

En términos generales, adolescentes y padres no disputan de valores económicos, religiosos, sociales o políticos. La mayor parte de las controversias se presenta en aspectos como el trabajo escolar, los quehaceres domésticos, los amigos, la hora de llegada, las citas y la apariencia personal. Más adelante es probable que las disputas giren alrededor de la hora de llegada y el consumo del alcohol. La naturaleza de los conflictos es bastante similar en las familias casadas o divorciadas.

En general el conflicto se agudiza al inicio de la adolescencia, se estabiliza en la mitad de ella y disminuye cuando los jóvenes tienen cerca de 18 años.

El conflicto está presente en toda relación y puesto que la transición de la adolescencia desafía la interacción establecida entre padres e hijos, no es de extrañar que surja alguna desavenencia. Por lo regular los padres e hijos resuelven sus conflictos a satisfacción mutua y los padres continúan ejerciendo influencia considerable en los valores básicos de los adolescentes. Cuando los conflictos no pueden resolverse con facilidad existe el riego de que los adolescentes tengan problemas serios. Con frecuencia la intervención y asesoría de un especialista puede ayudar a esas familias

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